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Por: Wolfgang Reina, Cronista de Puerto Ayacucho

(Waka Noticias. Puerto Ayacucho, 11/12/2019).- Una nueva historia se abre en “Memorias de Atures” para hablar de un gran hombre quien, con humildad, sencillez, trabajo y dedicación, nos dio la oportunidad de indagar y saber acerca de lo que siente un inmigrante europeo, quien desde muy joven cruzó el océano atlántico para aterrizar en los años 80’s en este hermoso país, llamado Venezuela.

En esta oportunidad y en una primera parte de esta gran historia, nos la brinda Amaro da Costa Pereira, nacido el 18 de febrero de 1962 en la ciudad de Braga, tercera ciudad más poblada de Portugal, tras Lisboa y Oporto, es también conocida como la ciudad de los arzobispos, situada al norte de ese país. Hijo de don Bento José Pereira y doña María de Lourdes da Silva y Costa. De esa unión familiar nacen 4 hijos incluyendo al personaje, quien con algo de jocosidad, humildad y mucha coherencia en sus palabras, nos abrió las puertas de su corazón y su alma, para narrarnos una gran parte de su vida y los motivos por los cuales Amaro da Costa Pereira desembarcó en tierras venezolanas siendo muy joven, apenas a la edad de 18 años, para ejecutar grandes proyectos en el país, construir su propio negocio y sobre todo su mayor riqueza, la más importante de todas, formar a una hermosa familia con valores, principios y sobre todo humildad.

Graduado en construcción civil se viene a Venezuela desde su país de origen el 31 de diciembre de 1980, sale de la pintoresca Braga hacia Lisboa y de allí se embarca en un vuelo directo desde la capital de Portugal hacia Caracas llegando a tierras venezolanas a las 11 de la noche, según su relato, por dos motivos importantes, el primero de ellos realizar trabajos de construcción para lo cual fue formado en su país, ya que Venezuela era una nación muy prometedora y próspera, y el segundo conocer a un tío el cual tenían aproximadamente 32 años que no sabían de su paradero, aunque sabía que estaba en algún lugar de Venezuela. Un año más tarde después de una intensa búsqueda por todo el país lo consigue en la ciudad de Valencia, se hacen muy buenos amigos y éste lo convence de que viaje a Portugal para reencontrarse con su familia quienes lo echaban de menos durante mucho tiempo. Su tío accede realiza el viaje de reencuentro con su familia, más tarde regresa a Venezuela y cinco años después en el año 1985 fallece, ocasionando un duro golpe el joven Amaro.

En este relato Amaro da Costa Pereira destaca en cada una de las preguntas que se le hacían que la idea de emigrar de su país de origen, fue algo que se le metió en la cabeza un día; “lo conversé con mi papá y le dije que me quería venir a Venezuela, fue una noticia impactante para mi padre que lo primero que me dijo fue, bueno hijo el mundo está hecho para los hombres, vaya tranquilo y no se preocupe trate de hacer lo que le he enseñado; en primera instancia estuvo de acuerdo conmigo y me dijo que si ese era mi deseo que él me apoyaba y que le ‘echara pierna’, pero que recordara siempre que la honestidad y la honradez debían ir de la mano si quería que mi futuro fuera próspero en este país”.

La entrevista continúa con una serie de preguntas que se le realizarían al personaje, acerca de su experiencia y todo lo vivido en casi 40 años desde que desembarcó en Venezuela.

¿Cuáles fueron esos primeros trabajos que llevaría a cabo en el ramo de la construcción en el país?

Mi primer trabajo recién llegado al país fue trabajar en el hospital Pérez Carreño en la ciudad de Caracas. A la edad de 22 años realice la construcción de dos edificios de 26 pisos cada uno en la avenida intercomunal de El Valle frente al Fuerte Tiuna también en Caracas. Igualmente realice unos trabajos en Ocumare del Tuy, el cual constaba de tres edificios prefabricados, me tocó dormir allí durante tres semanas en unas láminas de anime porque no conseguía habitación o un sitio donde alojarme durante esos días. Realice otro trabajo en la urbanización El Tambor en Los Teques, estado Miranda. Caracas estaba minada de grúas por todos lados, era una inmensa construcción civil que se realizaba para aquel entonces en la capital, fue reconocida en el mundo como la “ciudad de cemento” motivado a las grandes obras que se realizaban en esa época, donde puedo destacar las autopistas, distribuidores, túneles y un sinfín de construcciones que le dio ese apodo a la Caracas de los años 80’s.

¿Cómo fue esa primera experiencia en la construcción, sabiendo que eran otros tiempos, si se quiere de abundancia para Venezuela?

Cuando yo llegué a Venezuela mi primer sueldo fue de Bs. 70,00 que era para aquel entonces el sueldo mínimo de cualquier trabajador. El dólar estaba situado en 4,30 $ la unidad, es decir se ganaba un poco más de 300 dólares mensuales. Sin embargo, más adelante que fui realizando labores en la construcción llegué a ganar el equivalente a mil dólares mensuales e incluso trabajaba horas extras, de noche, en la madrugada a veces, con tal de ganarnos, junto a mis muchachos claro, un dinero adicional que equivalía a un nuevo salario adicional al nuestro, eran otros tiempos mejores, donde se ganaba un buen sueldo, eran otras condiciones a las que vivimos actualmente, claro sin ánimos de malponer o de hablar bien o mal de las cosas que han pasado y que todos nosotros sabemos las realidades a las cuales nos hemos sometido durante este tiempo. 

¿En qué momento Amaro decide poner punto final a los trabajos dentro del ramo de la construcción, sabiendo que es un trabajo que implica mucho riesgo?

Trabajé en la construcción civil hasta el año 1987, momento en el cual conocí a la que fuera más adelante mi esposa, en ese momento mi suegro, un hombre emprendedor y de negocios me lleva a conocer toda Venezuela, me convence de que el trabajo que estaba realizando y para el cual me formé en Portugal, no era rentable para aquel entonces, es por esa razón que me embarco con él he hicimos un gran recorrido por todo el país y que me trae más adelante a Puerto Ayacucho por unos días, porque mis suegros y mi esposa son de Cabruta, entonces estábamos cerca de casa.

En 1986 sería la primera vez que vendría a Puerto Ayacucho. Años más tarde contrae matrimonio con la señora Jacqueline Infante Herrera, fruto de ese amor nacen sus tres hijos, dos varones y una hembra. Ivo Leonardo el mayor, cuenta actualmente con 32 años, vive en el estado Mérida y formó su hogar en tierras andinas, padre de una hermosa niña, tiene un estudio de grabación, donde graban videos, voces, hacen animaciones, entre otras tantas ocupaciones a las cuales se dedica. Luego viene Aldo Daniel de 30 años quien trabaja con su papá dentro del negocio, conjuntamente con su esposa y la menor de sus hijos lleva por nombre Sofía Neisu, vive en Portugal y se desempeña como diseñador gráfico. 

Amaro destacó en esta conversación y no menos importante, que entre los años 1984-1989 se forma como licenciado en teología en el Instituto Bíblico Central de Barquisimeto en el estado Lara. A través de la venta de manualidades que traía desde Puerto Ayacucho, logra conocer la población de Tintorero en tierras larenses. Cuenta en una de sus tantas anécdotas pintorescas y jocosas, que en una oportunidad de esas visitas recurrentes a esta población del centro occidente del país, tiene la dicha de conocer a Don Juan Vicente Torrealba quien conversaba con otro señor y este tocaba un arpa, en ese momento entonaba el tema titulado “Concierto en la llanura”, tema que compuso el maestro Torrealba en el año 1975 y que hizo famoso al cantautor venezolano con su música llanera recibiendo el reconocimiento en el mundo entero.

Esta historia de la vida de un hombre, que siendo muy joven emprendería un gran viaje a tierras venezolanas para labrar su propio destino, continuará en una próxima entrega de “Memorias de Atures”, espacio donde se resaltan los valores, la vida y el acervo cultural de lo más importante que tiene el pueblo amazonense, su gente. Será hasta una nueva oportunidad cuando continúe una segunda parte de esta gran historia contada y narrada por el gran Amaro da Costa Pereira.

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